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El Aeropuerto de Ámsterdam - Schiphol, uno de los centros de aviación más importantes de Europa, ha puesto en marcha un proyecto tecnológico pionero que busca automatizar una de las tareas más repetitivas, físicas y críticas del trabajo en pista: conectar los aviones a las unidades de energía terrestre (GPU, por sus siglas en inglés) que suministran electricidad cuando las aeronaves están estacionadas.

Este avance se materializa gracias al desarrollo conjunto con NEURA Robotics, una empresa especializada en robótica cognitiva capaz de construir máquinas que perciben, interpretan y actúan en entornos complejos. El resultado es un robot autónomo diseñado para llevar a cabo este proceso sin intervención humana, abriente una nueva etapa en las operaciones de tierra de la aviación moderna.

 Un desafío operativo tradicionalmente humano
Cuando un avión aterriza y se detiene en la zona de estacionamiento, es esencial conectarlo a una fuente de energía externa para mantener sistemas internos como climatización, iluminación y electrónica sin encender los motores auxiliares, que consumen combustible adicional y generan emisiones innecesarias.

Hasta ahora, estos procedimientos dependen de equipos especializados que mueven cables pesados y manipulan paneles de acceso en condiciones variables de clima, tiempo y tráfico aéreo. Esto implica no solo un esfuerzo físico considerable, sino también una presión operativa que puede causar retrasos, costos y emisiones adicionales si no se realiza con rapidez.

 ARC: un robot para conectar electricidad con autonomía
La solución creada por Schiphol y NEURA Robotics se llama ARC (Autonomous Robot for GPU Connection). Este robot está diseñado para reproducir el trabajo tradicional del personal de tierra, pero de forma autónoma y precisa:

  • El robot manipula y desplaza el cable pesado de la unidad de energía terrestre desde su estación hasta el punto de conexión en el avión, sin ayuda humana.
  • Utiliza sensores avanzados y navegación por LIDAR para moverse de manera segura en el pavimento aeroportuario, evitando obstáculos y posicionándose con precisión.
  • Un brazo robótico equipado con visión artificial y herramientas específicas abre el panel de acceso del avión y encaja el cable de energía en el conector correspondiente.

La combinación de navegación inteligente, percepción visual y manipulación física convierte a ARC en un asistente robusto capaz de operar incluso en ambientes dinámicos como una rampa aeroportuaria.

 Más eficiencia, menos emisiones y mejor salud laboral
El desarrollo de esta tecnología responde a varios desafíos clave:

  • Escasez de personal: muchos aeropuertos enfrentan una falta de trabajadores en tareas exigentes, lo que puede generar cuellos de botella operativos.
  • Eficiencia operativa: automatizar la conexión de electricidad permite reducir los tiempos de preparación de la aeronave, contribuyendo a que los vuelos salgan más puntuales.
  • Sostenibilidad: al garantizar la conexión rápida a sistemas eléctricos externos, las aeronaves pueden apagar sus motores auxiliares antes y con mayor frecuencia, reduciendo emisiones innecesarias y mejorando la calidad del aire en las zonas de operación.
  • Condiciones de trabajo más seguras: dado que arrastrar cables pesados y manipular paneles puede causar lesiones o fatiga física, la automatización libera al personal de estas tareas repetitivas y físicamente exigentes.

 Un paso hacia la automatización completa de operaciones en tierra
El proyecto forma parte de una visión más amplia del aeropuerto conocida como “seamless inbound flow” (flujo sin interrupciones en la llegada), que apunta a automatizar no solo la conexión de potencia eléctrica, sino también otros pasos críticos del proceso de llegada y salida de aeronaves.

La demostración reciente del robot ARC ha recibido retroalimentación muy positiva de socios de la industria, aerolíneas y operadores, lo que refuerza la viabilidad de escalar esta tecnología a nivel global y aplicarla en otros aeropuertos con similares exigencias operativas.